Exordio (único) de Jack Babiloni sobre TODO ES FELICIDÁ (texto escrito el viernes 28 de marzo de 2008)

"Pensé que a nadie, matritense o foráneo, podría enojar que un ser de cráneo al viento y neuronas sempiternamente policromadas se encaramara a uno de esos andamios cibernéticos de principios del XXI y silicificara con inorgánicos pigmentos, y sin más ley que la negación de la autocensura, mensajes verbales certificablemente inopinables, mientras revisaba helénicas y titánicas heroicidades como si aquellas míticas criaturas surgieran por vez primera de un caldo primordial caprichoso, vale decir, como si jamás persona alguna hubiera oído hablar de un tal Dioniso o un cual Prometeo, extremos estos, ya adelanto, tan prescindibles para quien esto suscribe como la maldad de los apoltronados. Tras recibir la propuesta de babilonizar la estetiquísima tipología de edificación del inmueble en cuestión (cuya erección data de 1886), me pareció que este dato no sólo no actuaba de impedimento o castración genésica, sino que, muy al contrario, establecía de primeras un anacronismo al que había que adorar por cualquier medio o disposición. Elegí, entonces, que la veneración a este dato cronológico sería total si el efecto que produjera la fachada en el espectador potencial rayara lo razonablemente discutible y entonces lo vi claro: propón -me dije- una gráfica tiernamente salvaje, rudamente diáfana, caligráficamente perturbadora, impepinablemente valiente, inequívocamente audaz o, si quieres y ya puestos, olvídate de todo eso y sé, pinceles en ristre, honrado, cariñoso, disciplinado y cabal. Pero -seguí diciéndome- eso sí: alumbra solamente criaturas alegres, sonrientes, bondadosas y conmocionantes y sabrás que no erraste el tiro, pues no hay hombre honrado que no lleve razón en todo. Y eso hice, brochazo a letrita, y allá en esos muros lo fui gestando durante quince días no correlativos comprendidos entre el 4 y el 28 de marzo de 2008.

Cuando durante los días 15, 16 y 17 de mayo del mismo año ocho benditos caballeros iberoamericanos retiraron el andamio y TODO ES "FELICIDÁ" pasó a ser, para los restos, por fin obra pública, los urdidores de protendencias filosóficas, sociológicas o estéticas comenzaron a emitir sobre mi vastaguito de casi 1000 metros cuadrados sus comentarios apresurados o incuestionables, que de todo hubo, sigue habiendo y habrá. No hay que olvidar que existe un comportamiento humano atávico y ancestral, anclado en el hombre tras su movición de nómada a sedentario que, no me pregunten por qué, consiste en dedicar su celeste facilidad para el lenguaje articulado a la muy paradójica actividad de escupir improperios tal cual brotan de su glotis o lóbulo frontal, sin intermediación de prepensamiento. Por otro lado, los alineados en la tribu a la que pertenezco, la de los artistas bienintencionados desprejuiciosos, recién me vomitaron a la cara que todo lo que en la calle Orellana esquina a Campoamor dejé intervenido, rima estrictamente en consonante el desparpajo aculturalista con el garabato feliz.

Ni que decir tiene que TODO ES "FELICIDÁ" jamás pretendió ser obra polémica, en ninguna de sus fases –incipiente, conceptual o morfológica-, pues como todo buen psicolingüista sabe, para ello debió haber nacido con previsión de ofensa-y-defensa y acá que servidor, como buen acólito del más aséptico desapego taoísta, dedicó su presente eterno a proponer, nada más y nada menos, por más que la segunda conjugación de los verbos ofender y proponer contribuya a provocar errores semánticos en espectadores apresurados o de susceptibilísima sensibilidad culturalista, extremo fisiológico-emocional que servidor no pretendió mancillar. Para semejantes pérdidas de energía y talento y, sobre todo, de puesta en práctica de la desvergüenza humana ya están, verbigracia, los dirigentes de cualquier organización política, filosófica o económica internacional o los espurios fabricantes de toda clase de Pensamiento Único. Los artistas, es bien sabido, nos dedicamos a lo contrario: curar el alma del hombre a base de convertirnos en esclavos, herramientas y vehículos de la belleza de intención más macrobiótica. Conviene ir adelantando que Babiloni ya recibió durante sus casi veinte años de semejante prometabolismo profesional, tirones de orejas por tan insólitas gestas, gestos y gestaciones. TODO ES "FELICIDÁ" no iba a ser una excepción. Conviene ir adelantando que Babiloni no justificará su intervención a base de sofisticados funambulismos eruditos o tramposos, tan sencillos de tricotar como intelectualmente innecesarios. Conviene ir adelantando que Babiloni se lo pasó rebién acariciando con ternura esos revocos de cal majestuosa y que todo lo demás será humeante palabrería. La de Babiloni, huelga decirlo, la primera.

Dicho esto, agradezco omnímoda y poliédricamente a todos los que andan tomándose la molestia de halagar o denostar a mi criaturita TODO ES "FELICIDÁ" –ora en sesudas críticas catedráticas o televisivas, ora en columnas periodísticas o anónimos cibernéticos por internet-; pero en especial quisiera agradecer el infinito favor que me hacen los que emplean contra TODO ES "FELICIDÁ" un lenguaje inopinable y visceralmente malencarado, ajeno al buen gusto dialéctico o retórico, pues si algo nos ha enseñado la historiografía estética es que todo artista sabe que la grandeza de una obra artística se cifra por sus disensiones y no por sus adhesiones. Las primeras siempre certifican que el artista propuso lo que nadie esperaba y ésa es la razón por la que TODO ES "FELICIDÁ" deberá sonreír hacia la calle por unos cuantos lustros más. Quizá entonces comenzará a fecundar toda la unanimidad positiva que en estos momentos mil y dos prejuicios (juicios previos) interceptan.

Por lo demás, admiradores y detractores de TODO ES "FELICIDÁ", permanezcan calmos y atentos a cuestiones espiritual y verdaderamente insoslayables: TODO ES "FELICIDÁ" es sólo arte.

Paz y Empatía,
Jack Babiloni,

viernes 28 de marzo de 2008".

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